JUEGO

El juego y su importancia en el desarrollo del niño 


Fernando Peñaranda C.
Médico salubrista
Magíster en desarrollo educativo y social Docente del CINDE
Profesor de la Universidad de Antioquia


El juego en los niños como “algo serio” ha sido reconocido desde hace más de 400
años cuando Montaigne así lo calificó. El juego infantil no es equivalente al del
adulto dado que los primeros años constituyen la época más importante para la
formación y constitución del ser. El adulto pasa a otras realidades mientras que el
niño avanza hacia nuevas etapas de dominio. Es éste un período de rápidas
transformaciones y exigencias del ambiente, siendo el juego un medio clave para
hacer la transición hacia la vida adulta.
El juego caracteriza al niño, es su actividad natural y tiene su apogeo en el período
que va de los dos a los siete años, cuanto tienen primacía los juegos simbólicos. Por
medio del juego el niño desarrolla su capacidad intelectual y puede hacerle frente a
situaciones penosas que de otra forma le serían imposibles de afrontar. Pero,
fundamentalmente, constituye una fuente de placer y de disfrutar la vida.
Bruner describe el juego como una actividad que no tiene una razón fuera de sí y se
hacer para “uno mismo”. Se desvinculan los medios de los fines, esto es, no hay
mucha preocupación por los resultados. Wallson va más allá al advertir que las
características y la atracción del juego se pierden cuando se subordinan a un fin
específico.
Para Piaget el juego se caracteriza por el autotelismo ―fin en sí mismo―, la
espontaneidad, el placer, la carencia relativa de organización, la liberación de
conflictos y la sobremotivación. Es una forma de utilizar la mente en la cual se
combinan pensamientos, fantasías y lenguaje.
Otra condición valiosa del juego para el desarrollo del niño es que provee un
ambiente seguro de exploración, dado que hay una alta tolerancia al error y no hay
consecuencias frustradas ante la derrota. La posibilidad de repetición hasta lograr la
satisfacción provee las bases de la persistencia. Como lo plantea Bruner, se crean
escenarios en los que lo imposible se hace realizable.




El desarrollo del pensamiento y del lenguaje 


Para presentar la relación existente entre el juego y el desarrollo del pensamiento se 
hará referencia a las tres etapas propuestas por Piaget: el juego de práctica o de 
ejercicio, los juegos simbólicos y los juegos de reglas. 
El juego de práctica o de ejercicio se lleva a cabo durante los dos primeros años 
de vida. Consiste en actividades repetitivas correspondientes al período 
sensoriomotor dirigidas al dominio de habilidades motrices. Una vez que el niño  

logra controlar una conducta determinada la repite por el placer que le produce su 
capacidad de “funcionar”, desplazándose así, la meta de la acción hacia la acción 
misma. 
El niños se dedica a los juegos simbólicos alrededor de los dos años, logrando su 
punto de actividad más alto en estos juegos a los cuatro, para ir perdiendo 
preponderancia paulatinamente hasta los siete años, cuando ya dejan de cumplir su 
función adaptativa. Al finalizar el segundo año de vida empiezan a surgir los juegos 
de simulación, en los cuales un objeto se transforma en un símbolo. El niño utiliza 
símbolos en lugar de objeto real y al hacerlo trasciende la actividad externa del 
período sensoriomotor para operar con el pensamiento internalizado. 
Vigotsky hace un valioso aporte al advertir que la inteligencia no es independiente 
del lenguaje. En el juego el niño sustituye el predominio del objeto y la acción por el 
significado. Así, cuando el niño juega al caballito utiliza el palo a manera de pivote 
para separar el concepto caballo del objeto real. Logra entonces, manejar las 
palabras como propiedades de una cosa y, de esta manera, el niño mediante el 
juego va construyendo la definición funcional de los conceptos, con lo cual va 
desarrollando el pensamiento abstracto y la capacidad de llevar a cabo elecciones 
conscientes. 
Bruner, por su parte, reconocen el aprendizaje del lenguaje una parte innata y otra 
adquirida por medio del ensayo y la experiencia; esta última se da más 
productivamente en un ambiente lúdico. Por esto sugiere no insistir en las 
correcciones inicialmente, dejando que el niño juegue con las palabras de manera 
flexible y creativa. 
Reyes-Navia reitera la necesidad de entender el juego como un medio para lograr la 
transición entre el mundo concreto ―experimentando directamente― y el mundo del 
pensamiento. Así, el pensamiento del niño se va flexibilizando, siendo para esto la 
creatividad una herramienta básica. Utilizando la creatividad y su pensamiento 
concibe distintos usos para un objeto, y asume diferentes papeles y formas de 
hablar. 
Los juegos con reglas se dan con mayor intensidad en el período comprendido entre 
los siete y los once años. Ésta es la actividad lúdica que caracterizará al adulto 
socializado, que supone obligación y competencia, con base en la aceptación de 
consensos. Después de los once años hay una disminución de la intensidad del 
juego en general; sólo los juegos con reglas escapan a esta involución. 





El juego como experiencia de seguridad  


Winnicott explicó la transición que sufre el niño al pasar de la dependencia absoluta 
a la dependencia relativa y posteriormente a la autonomía: la dedicación 
incondicional de la madre en los primeros meses facilita en el niño la construcción 
del sentimiento de confianza. El momento de dependencia relativa se apoya en este 
sentimiento de confianza con la aparición de los fenómenos que denominó 
transicionales, entre los cuales se encuentra el juego. El juego en este caso hace las 
veces de un sustituto de la madre, llenando el espacio que deja su separación 
temporal con la confianza que tiene el niño en ésta y la fe en su regreso. 
Ajuste a las exigencias de la vida 
Mediante las fantasías, el niño puede manejar múltiples problemas y emociones que 
las exigencias de la vida le hacen y para las cuales no se encuentra preparado. Son 
muchas las situaciones complicadas y difíciles para los niños que no son percibidas 
por los adultos. 
En su fantasía construye un mundo en el cual puede esconderse cuando afronta 
mucha tensión; pero no se refugia del todo ya que va separando su vida interior del 
exterior al ir estableciendo límites a ésta en la medida que se ve confrontado por la 
realidad. Por medio de juegos que no necesitan ajustarse a la realidad en todos los 
detalles, una experiencia compleja es divisible en segmentos manejables. Como lo 
afirma Bettelheim, así logra aumentar su capacidad de afrontar la realidad y de 
poner orden en su mundo interior, resolviendo y dominando dificultades psicológicas 
del pasado y del presente. 
El juego simbólico va transformándose a medida que el niño va fortaleciendo sus 
capacidades para responder a las exigencias que recibe del medio. Durante el tercer 
año, el juego de fantasías es más intenso y su visión de la realidad es más 
distorsionada dado que las demandas del medio rebasan sus posibilidades de 
ajuste. Como lo dice Pulaski, su vida diaria se encuentra polarizada entre esfuerzos 
por adaptarse a la realidad y así complacer a sus padres y sus esfuerzos para 
escapar de estas exigencias y satisfacer las necesidades de su naciente yo. 
A medida que madura, las presiones de los padres disminuyen y necesita refugiarse 
menos en el mundo de las fantasías, haciéndose más realistas sus historias. Hacia 
los cuatro o cinco años las fantasías empezarán a tener más coherencia y por esto 
busca que sus juguetes se parezcan a la realidad ―juegos que semejan la realidad 
en miniatura―. Gradualmente irá interiorizando sus fantasías que serán 
fundamentales para el desarrollo de la inteligencia y la creatividad. En relación con 
esto, Jerome Singer plantea que la capacidad para fantasear ayuda a los niños a 
indagar diferentes posibilidades, a tolerar el aburrimiento, a controlar impulsos 
agresivos y a aumentar la habilidad para narrar cuentos. 


IMPORTANCIA DEL JUEGO

Cuando hablamos de juego estamos haciendo referencia a todas aquellas acciones que tienen como fin el entretenimiento, la diversión y la alegría. En este sentido, las posibilidades a la hora de comprender lo que es un juego son muchas y muy variadas: hay juegos individuales, juegos grupales, juegos de a pares; hay juegos que se pueden realizar al aire libre y con el uso del cuerpo, otros que son intelectuales y mentales, algunos suponen competencia, otros suponen simplemente diversión. Los juegos pueden tener un formato concreto como un tablero, una pelota y un espacio físico, otros pueden ser simplemente representados a través de ideas y palabras.
La importancia del juego se hace presente cuando el mismo permite que las personas en él involucradas (no solamente niños si no también muchas veces jóvenes y adultos) puedan desarrollar diferentes estados de ánimo, que puedan poner a prueba su conocimiento y recibir más información que aprender, que puedan aprender la relevancia de jugar en grupos o tolerar la postura de los oponentes, que puedan también conocer a competir sanamente y a tratar de vencer a partir de las propias capacidades. Todos estos elementos hacen que las personas puedan crecer intelectual, mental, emocional, física y socialmente a partir del juego, cumpliendo y siguiendo reglas que hacen que el desarrollo del mismo sea mucho más efectivo.


desde Importancia http://www.importancia.org/juego.php#ixzz2yc2DkHW1


Vigotsky y su teoría constructivista del juego

No podemos dejar de referirnos, en esta sección sobre Juegos, Juguetes y Ludotecas,  a L. S. Vigotsky  (1896 - 1934), quien  otorgó al juego, como instrumento y recurso socio-cultural, el papel gozoso de ser un elemento impulsor del desarrollo mental del niño, facilitando el desarrollo de las funciones superiores del entendimiento tales como la atención o la memoria voluntaria.

Según sus propias palabras "El juego es una realidad cambiante y sobre todo impulsora del desarrollo mental del niño" (Soviet psychology .3).Concentrar  la atención, memorizar y recordar se hace, en el juego, de manera consciente, divertida y sin ninguna dificultad.
Decimos que su teoría es constructivista porque a través del juego el niño construye su aprendizaje y su propia realidad social y cultural. Jugando con otros niños amplia su capacidad de comprender la realidad de su entorno social natural aumentando continuamente lo que Vigotsky llama "zona de desarrollo próximo"
La "zona de desarrollo próximo" es "la distancia entre el nivel de desarrollo cognitivo real, la capacidad adquirida hasta ese momento para resolver problemas de forma independiente sin ayuda de otros, y el nivel de desarrollo potencial, o la capacidad de resolverlos con la orientación de un adulto o de otros niños más capaces".
Vigotsky analiza, además, el desarrollo evolutivo del juego en la Edad Infantil destacando dos fases significativas:
Habría una primera fase, de dos a tres años, en la que los niños juegan con los objetos según el significado que su entono social más inmediato les otorga.
Esta primera fase tendría, a su vez,  dos niveles de desarrollo.
En el primero, aprenden  lúdicamente las  funciones  reales que los objetos tienen en su entorno socio-cultural, tal y como el entorno familiar se lo transmiten.
En el segundo, aprenden a sustituir simbólicamente las funciones de dichos objetos. O lo que es lo mismo a otorgar la función de un objeto a otro significativamente similar, liberando el pensamiento de los objetos concretos. Han aprendido, en consonancia con la adquisición social del lenguaje, a operar con significados. Un volumen esférico, por ejemplo, puede transformarse en una pelota.
Después vendría una segunda fase de tres a seis años, a la que llama fase del "juego socio-dramático".
Ahora se despierta  un interés creciente por el mundo de los adultos y lo "construyen" imitativamente, lo representan.
De esta manera avanzan en la superación de su pensamiento egocéntrico y se produce un intercambio lúdico de roles de carácter imitativo que, entre otras cosas, nos permite averiguar el tipo de vivencias que les proporcionan las personas de su entono próximo. Juegan a ser la maestra, papá o mamá, y manifiestan así su percepción de las figuras familiares próximas.
A medida que el niño crece el juego dramático, la representación "teatral" y musical con carácter lúdico, podrá llegar a ser un excelente recurso psicopedagógico para el desarrollo de sus habilidades afectivas y comunicativas.




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